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Qué hacer en Düsseldorf en dos días
Segundo día en Düsseldorf
Düsseldorf es una ciudad que se deja visitar fácilmente en dos o tres días. Esto no significa que puedas agotar todo lo que hay para conocer en tan poco tiempo. Creo que cada ciudad es un pequeño universo que termina allí donde muere nuestro deseo de explorarla. En el artículo anterior te propuse un paseo por el corazón de esta ciudad en un día. Hoy te voy a contar qué puedes hacer en Düsseldorf en dos días.
Del centro a la periferia
Ya que hablamos de universos, el filósofo Heráclito decía que el principio que rige el cosmos es la alternancia de opuestos. El día se hace noche, el verano da paso al invierno… y no hay centro sin periferia. Por eso hoy te propongo un paseo por el límite sur y el límite norte de Düsseldorf: Benrath y Kaiserswerth. Ambas son localidades suburbanas y residenciales, las dos crecieron alrededor de bastiones aristocráticos, y están cargadas de historia europea. Benrath es el barrio al sur y se desarrolló alrededor de un palacete y coto de caza que data del siglo XVIII. Kaiserswerth se encuentra en el extremo norte y sus rasgos son más medievales. El tono lo da el castillo en ruinas a orillas del Rin, cuya primera construcción se remonta al lejano siglo XI.
Ya sé lo que estás pensando: uff, ¡historia! No te preocupes, no es necesario que te guste la historia para que disfrutes de estos hermosos lugares. Sin embargo, para mí conocer algo de su pasado hace un poco más enriquecedora la experiencia de recorrerlos. Quizás es simplemente porque vengo del otro lado del Atlántico, donde todo parece tan nuevo. Acá siento que cada fachada me cuenta una historia. Sea como sea, para comprender la importancia de estos lugares me gustaría empezar por el río a orillas del cual están situados.
El Rin
Como el Danubio, el Nilo, el Amazonas o el Missisipi, el Rin es uno de esos ríos que han protagonizado tantos episodios de la historia de la humanidad, que se puede decir que tienen personalidad propia. Pensando en ellos, en todo lo que ha acontecido y acontece a sus orillas, no me cuesta mucho comprender por qué en la antigüedad se les daba categoría de divinidad. Hoy lo explicamos racionalmente, hablamos de lo conveniente que es establecerse a orillas de un largo y caudaloso río para la comunicación, el transporte de mercancías, la defensa y protección.
Como muchos de sus contemporáneos, el escritor francés Victor Hugo (autor de Los Miserables), hizo un viaje a través del Rin y escribió un libro sobre él. En él dice que sobre las claras aguas de este río se puede adivinar el pasado y el futuro de Europa. El pasado lo leemos en las ruinas, en la multitud de pueblos y ciudades que florecieron y aún florecen en sus orillas desde los lejanos días del Imperio Romano. El futuro viaja en los barcos cargados de carbón, de mercancías, de preguntas e incertidumbre sobre la continuidad de la Unión Europea.
Un río con historia
En Alemania lo llaman Padre Rin (Vater Rhein). El río nace en los Alpes suizos, atraviesa Alemania de sur a norte, y termina su recorrido en Holanda, desembocando en el Mar del Norte. Durante el Imperio Romano fue utilizado como frontera para contener a los pueblos que los romanos llamaban bárbaros y no eran más que los pueblos germanos. Irónicamente las tribus germánicas terminaron invadiendo los territorios al sur, firmando así la caída del Imperio. De este período quedan en esta región vestigios en la ciudad de Colonia, bastión de Roma al norte del continente.
Durante la modernidad europea, especialmente durante el siglo XIX y principios del XX, el Rin fue el centro del conflicto entre Francia y Alemania, que se alternaron el dominio a uno y otro lado del río. Cada paso de mano estuvo marcado por una de esas trágicas guerras territoriales un poco incomprensibles para quienes venimos de Latinoamérica.
Las fuerzas napoleónicas dominaron por un tiempo las ciudades de esta región. De la influencia francesa quedan muchas huellas en Düsseldorf y en su hermana y rival Colonia. Dos ejemplos se me ocurren ahora: billetera se dice aquí “Portmonee”, palabra claramente francesa; y el souvenir cabecera de Colonia es la famosa “Eau de Cologne 4711”.
Se mire por donde se mire, estratégica, histórica o culturalmente, el Rin es uno de los ejes sobre los cuales gira el acontecer de este viejo continente. Como si fuera poco, la variedad de sus paisajes lo convierten, para mí, en uno de sus lugares más increíbles. Si viajas a lo largo del Rin verás alternarse montañas, peñascos, ruinas de castillos medievales, palacetes lujosos, fábricas y bosques.
El problema del billete
No sé si te ha pasado, pero mi primera pregunta cada vez que salgo de paseo por acá es: ¿qué billete tengo que comprar? Me ha tomado unos dos años comprender y dominar las posibilidades del sistema de transporte y sus billetes, y poder encontrar siempre el más barato y conveniente. Próximamente desde aquí te podrás remitir a un artículo sobre este tema.
En pocas palabras te aconsejo que para este segundo día en Düsseldorf te compres un billete de 24 horas para la zona A. Cuesta solo siete euros y con él te puedes mover tranquilamente todo el día y toda la noche. Pero cuidado, la zona por supuesto depende de dónde se encuentre tu alojamiento. ¡Compra Zona A sólo si estás durmiendo en la ciudad de Düsseldorf! Ah, y si compras el billete en las máquinas afuera del tren, nunca olvides validarlo apenas subas.
Benrath
Cómo llegar
Como ya mencioné en la introducción, Benrath es una localidad al extremo sur de Düsseldorf. Desde la Estación Central (Düsseldorf Hauptbahnhof) puedes tomar los trenes S6 y S8 o los regionales RE5 o RE1 y bajarte en la estación Berath Btf. Desde la estación Heinrich Heine Allee (puerta de entrada y salida a la Ciudad Vieja) puedes tomar los subterráneos U71 y U83. En este caso puedes bajarte directamente en la estación Schloss Benrath o, si primero prefieres recorrer la zona comercial, en la estación siguiente (Urdenbacher Allee).
El Mercado
El objetivo de la visita es sobre todo el Palacio Benrath (Schloss Benrath). Pero creo vale la pena hacer antes un paseíto por la zona peatonal del mercado e ir poniéndote a tono con el flow del lugar. Como toda zona residencial, la localidad de Benrath es muy bonita. El desarrollo del lugar como hoy lo conocemos se remonta a mediados del siglo XIX y corre paralelo al desarrollo industrial de toda esta región del Rin. Por eso las fachadas de sus edificios se enmarcan en lo que en español llamamos modernismo o Art Nouveau (Jugendstil en alemán), característico del cambio de siglo y muy pintoresco. Si además tienes la suerte de visitar la ciudad en el mes de diciembre, te encontrarás con un muy bonito mercado de Navidad.
Palacio Benrath
Si llegaste en el U71 o el U83 seguramente ya notaste el llamativo palacio rosado detrás de un amplio espejo de agua navegado por cisnes y patos. Ese es el palacio Benrath. Me queda difícil enumerar todas las películas y novelas que se me vinieron a la cabeza la primera vez que me enfrenté a esta imagen.
La construcción del palacio de “placer y caza” se la encargó el príncipe elector Carl Theodor von Pfalz-Sulzbach al arquitecto y paisajista francés Nicolas de Pigage en 1755, para utilizarlo como residencia de verano en las afueras de la ciudad. La construcción finalizó en 1770 y su diseño sigue el modelo del estilo francés dominante durante este período, que hoy llamamos rococó -en este caso rococó tardío.
El palacio principal está flanqueado por dos construcciones más modestas: a un lado encontrarás el museo para el Arte de la Jardinería (Museum für Gartenkunst) y al otro el Museo de Historia Natural (Naturkundemuseum). La visita al palacio y a ambos museos sale 14 euros para adultos sin descuentos, si solo quieres visitar al palacio la entrada sale 10 euros, si solo quieres visitar uno de los museos laterales, 6 euros. Se realizan visitas guiadas en inglés, los horarios cambian según el momento del año pero tienen lugar todos los días excepto los lunes.
Los jardines y el parque
A los lados y detrás del palacio se extienden dos hermosos jardines y un extenso parque (en viejas épocas coto de caza) que desemboca en el Rin. El jardín detrás del Museo de Historia Natural obedece al estilo francés: aquí lo más importante es la simetría y una armonía un poco artificial. Del otro lado se encuentra el jardín inglés, bastante más “salvaje”, donde la mano humana hace notar un poco menos su presencia. A mí me gusta un poco más este segundo estilo, pero eso lo descubrí paseando por estos jardines. En todo caso, ambos invitan a la reflexión sobre nuestra relación con la naturaleza, o simplemente a soñar.
Detrás de los jardines y a un lado y otro de un segundo espejo de agua se extiende el parque, para mí es casi un bosque. Pasear por sus caminos circulares, admirar sus altísimos árboles y encontrarse al final del recorrido a orillas del Rin es uno de mis paseos favoritos en Düsseldorf.
Camino a Kaiserswerth
Ahora te invito a un viaje un tanto prolongado hacia el otro extremo de la ciudad. Para mí eso nunca es un problema porque mi lema es: viajar en tren es lo mejor. Me encanta mirar por la ventana y conocer la ciudad “en movimiento”, o mirar a la gente que entra y sale de los vagones. La idea es que regreses a la Estación Central o a la Heinrich Heine Allee (si quieres acortar el tiempo de viaje es mejor que tomes un S o un RE hacia la Hauptbahnhof) y en cualquiera de estas dos estaciones tomes el U79 en dirección Duisburg Meiderich Bf que te llevará a Kaiserswerth. Nuestra estación de destino se llama Kittelbachstraβe.
El lugar más antiguo
Kaiserswerth es, según los registros de población, el distrito más antiguo de Düsseldorf -su fundación es previa a la fundación de la ciudad, y recién en 1929 fue incorporado a la misma. El término Werth quiere decir en alemán antiguo isla; Kaiser, quizás ya lo sabes, quiere decir emperador. Por lo tanto podríamos traducir su nombre como Isla del Emperador.
La morada del emperador
Este nombre se debe al mencionado castillo en ruinas que se alza a orillas del Rin, un lugar estratégico pues desde aquí se abre una amplia perspectiva del río. Pero la historia de esta fortaleza es anterior a su función imperial. En el año 700 el monje San Suitbertus fundó en este sitio un monasterio, destruido casi un siglo más tarde. Hacia el siglo XI se construyó aquí el primer Kaiserspfalz, la morada temporal del emperador.
En este siglo arzobispo de Roma Anno II confinó aquí durante algunos años al rey alemán Enrique IV, aún menor de edad, y mientras tanto ejerció él la regencia del conflictivo Imperio Romano-Germánico. Finalmente, en el siglo XII el emperador Federico I Barbarrosa trasladó el “peaje” del Rin de Holanda a Kaiserswerth, y construyó una fortaleza nueva y más sólida. Las ruinas que podemos visitar hoy corresponden a los restos de esta última edificación.
El sitio está abierto al público y su recorrido es gratuito. Vale la pena caminar sobre estas viejas, viejísimas piedras y sentir los siglos de historia vibrar bajo las suelas de tus zapatos. Y la vista al río desde aquí es increíble. De hecho, te recomendaría recorrer primero las calles de la localidad, que también tienen mucho que ofrecer, y terminar el día en el castillo mientras el sol se pone tras el río.
Un pueblo lleno de historia
Kaiserswerth es pequeño pero hermoso. Cada esquina y cada fachada invitan a una fotografía. Al bajarte en la estación Kittelbachstraβe, para llegar al castillo deberás recorrer las viejas calles empedradas del pueblo. Unas callecitas que, como dice el tango, “tienen ese que sé yo, viste”. Paseando podrás ver la antigua casa Im Schiffchen (que dicho sea de paso también es un restaurante). Su fachada de ladrillo data del siglo XVIII.
Más cerca de Kaiserspfalz te toparás con el hospital (St. Marien Krankenhaus), en el que comenzó a trabajar nada menos que la famosa enfermera Florence Nightingale. También puedes visitar la hermosa iglesia evangélica San Suitbertus, construida entre los siglos X y XIII, por lo que en ella se pueden apreciar elementos tanto del estilo románico tardío como del gótico.
Y si quieres conocer la historia de este hermoso lugar un poco más profundamente, puedes visitar el Museo Kaiserswerth. La entrada es gratuita, pero abre solo los sábados (de 14:00 a 18:00) y domingos (de 11:00 a 13:00 y de 14:00 a 18:00). En invierno el museo cierra a las 17:00.
Será porque crecí escuchando las historias de los hermanos Grimm y algo de estos lugares me recuerda a aquellos cuentos, pero para mí caminar por Benrath y por Kaiserswerth equivale a entrar en una máquina del tiempo. Espero que hayas disfrutado el artículo… y que ahora sepas qué hacer en Düsseldorf en dos días… pero aún más que disfrutes de tu visita a estos lugares encantadores.
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